Tortosa celebró la fiesta del Beato Manuel Domingo y Sol
El dia 29 de enero, a las 12 h. se celebró en el Templo de Reparación de Tortosa, la fiesta del beato Manuel Domingo y Sol con una solemne Eucaristía presidida per el Sr. Obispo, Mons. Enrique Benavent Vidal y concelebrada por el Delegado del Director General para España de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, Dn. José Miguel Martínez, y por algunos sacerdotes Operarios y de nuestra diòcesi, en total trece. El Sr. Toni Perulles se hizo cargo de la parte musical.
Participaron de la celebración la Sra. Meritxell Roigé, alcaldesa de la ciudad, miembros del consistorio municipal, alguna autoridad y un buen número de tortosinos y tortosinas. Se inició la Eucaristía con el canto “Pueblo de Reyes”. A continuación la monición de entrada, en la cual en primer lugar se hizo referencia a la pandemia que todavía nos está afectando y nos hace experimentar nuestra fragilidad. Como nos dice el Papa Francisco, “es un tiempo que nos enseña a vivir en la adversidad”. Que Dn. Manuel Domingo y Sol nos estimule a vivir la alegría de ser cristianos. Demos gracias al Señor por el testimonio del beato Mosén Sol.
La 1ª lectura proclamada fue la del profeta Jeremías (Jr 1, 4-10). El Salmo responsorial 139: “Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad”. La 2ª lectura de san Pablo a los efesios (Ef 1, 3-10). Después del canto Aleluya, el Il·lm. José Luís Arín, Vicario General de la diócesis, proclamó el Evangelio según san Juan (Jn 17, 11b-19)
El Sr. Obispo inició la homilía saludando a Dn. José Miguel Martínez, Delegado del Director General, a los sacerdotes concelebrantes, a la Sra. Meritxell Roigé, alcaldesa de la ciudad, autoridades y a todos hermanos y hermanas en el Señor. Con gozo nos hemos reunido para celebrar la fiesta del beato Manuel Domingo y Sol, nacido en Tortosa, quien tuvo a lo largo de su vida, la felicidad de fundar la “Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Corazón de Jesús”; en Roma el “Pontificio Colegio Español de San José” y en su ciudad natal edificó el “Templo de Reparación”.
Llevó a cabo un gran trabajo apostólico, a veces desconocido por su humildad. Fue un hombre que se esforzó por ser un buen sacerdote entregado totalmente al Señor y también un gran amante de las vocaciones sacerdotales, siendo su carisma la formación de los futuros sacerdotes. Pudo hacer una obra tan grande, que traspasó los límites de su ciudad, impulsado por las virtudes que tenía en su corazón sacerdotal. Una auténtica vida interior y la unión con el Señor fueron la fuerza para llevar a cabo sus proyectos.
El beato Manuel Domingo y Sol tenía tres cosas presentes en su corazón: 1) El deseo de la salvación de las almas y la importancia de los sacerdotes para ayudar a realizar su proyecto de salvación. Actuaba con gran interés y lo que le movía en toda su obra era precisamente la salvación de los hombres. Pensaba que unos sacerdotes bien preparados y que vivieran su sacerdocio, era necesario para llegar todos a conocer y amar el Señor. Vio que la formación sacerdotal necesitaba una reforma en la Iglesia y tenía un sentido sobrenatural de lo que es un sacerdote. No pensaba solo en el sacerdocio, sino en la humanidad. 2) El sacerdocio y toda vocación cristiana se vive en medio de consuelos y dificultades. Manuel Domingo y Sol pasó sus dificultades, pero siempre sostenido por el amor a Dios. Para él un cristiano es alguien que desea estar con Cristo en el cielo, pero también en la tierra lo hemos de sentir cercano en la Eucaristía. Hemos de valorar la presencia de Cristo en la Iglesia, sabiendo que nuestra vida de oración nos sostiene en nuestras dificultades. 3) Lo que da gloria a Dios en la vida de un sacerdote no son las cosas que hace, sino como las hace. Por esto hay sacerdotes de muchas clases: unos como una gotita de rocío, otros como una gota de agua… Si lo que hace es por Cristo, esto es lo que da gloria a Dios. La oración era su camino. Tuvo un sentido peculiar del amor de Dios. Que nuestra presencia en este mundo sea fecunda y necesaria para el bien de la humanidad y para aumentar nuestro amor a Dios. Así sea.
Llegado el momento de las plegarias pedimos por el Papa, obispos, sacerdotes, religiosos/as, personas consagradas y para que las familias eduquen bien a sus hijos. Por la Hermandad, por todos los Operarios para que en este período de preparación de la Asamblea General sean fieles a su carisma… Finalmente por todos los reunidos celebrando la Eucaristía para que seamos fieles al amor del Señor.
Durante el ofertorio cantamos: “Te presentamos el vino y el pan” y el canto de comunión: “Pescador de hombres”. Antes de la bendición final, el Delegado del Director General, Dn. José Miguel Martínez, quiso dar gracias: 1º) Por Dn. Manuel, tal como nos lo decía Dn. Enrique en la homilía. Su obra llegó a África, América, etc. 2º) Quiero dar gracias al Sr. Obispo, a los sacerdotes que nos acompañan, algunos formados en el Colegio Español de Roma. Gracias también a la Corte de Honor y a la Archicofradía de la Virgen de la Cinta, a la Cofradía del Cristo de la Purísima, a las Camareras de Jesús Sacramentado, etc. 3º) Finalmente quiero dar gracias a todos ustedes. Nos reunimos hace poco en la catedral para celebrar la beatificación de los mártires. La Hermandad quedó maravillada por todo el cariño con que lo prepararon y también el gran aprecio que tienen a la Hermandad. Pidamos que los mártires que ya están beatificados, nos ayuden para que pronto Dn. Manuel sea canonizado.
Nuestro Obispo, Dn. Enrique, nos dio la bendición final. El canto de despedida fue el himno: “Falanges Josefinas” del cual es autor, tanto de la música como de la letra, el beato José María Peris, Operario Diocesano.
Quiero acabar con las palabras del beato Manuel Domingo y Sol, el gran apóstol de las vocaciones sacerdotales: “No estamos destinados a salvarnos solos”. Jesús dijo a los discípulos: “La mies es mucha, pero los obreros pocos: Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies”. Que el Señor conceda vocaciones sacerdotales a nuestra diócesis por intercesión de Mn. Sol.
Maria Joana Querol Beltrán