Inmaculada 2022 en Benicarló
Llega la novena de la Inmaculada, llega la víspera de la Inmaculada y llega la mañana de la Inmaculada. Una fiesta entrañable. Y es que cantar a la Señora y Madre brota del hontanar del corazón. Como decía un sabio amigo: si no hubiese existido la Virgen, la tendríamos que inventar. La inmaculada es… Si uno se siente herido y exánime, sólo de verla brota la esperanza, aumenta la fe y borbota la entrega y el servicio al otro. Este año se han unido a la cita mañanera un puñado emocionado de músicos. Ellos iban pendientes de sus partituras y las interpretaban con todo su corazón. Y con finura profesional y cordial. El corazón se expandía por las calles de la ciudad y en cada parada se ataban los círculos, se desataban, crecían y menguaban al son de esa tonadilla que de generación en generación va dibujando una sonrisa tierna, evocadora y filial en cada uno de los rostros de quienes participan y de quienes escuchan los cantos. Uno recuerda cómo se levantaba de la cama con premura cuando ya sonaban en las casas de las calles la mañana de la Inmaculada los versos:
Ya por el oriente
la aurora esplendente,
risueña y gentil,
su faz bella ostenta
con soplo sutil
….
Y todo ello encendía los ojos todavía somnolientos y sobre todo depositaba en su corazón y alma unos anhelos de encontrarse, de parecerse a tal Señora y Madre cantada que ha despertado plumas y cinceles de artistas de generación en generación. Acabo de recibir una felicitación con su imagen Inmaculada -es el santo y cumple de mi Madre y por tanto mi fiesta- que expresa esta invitación esperanzadora y atrevida: Preservada para recordarnos nuestra identidad y misión. Feliz día para todos. Y parada tras parada, calle tras calle, entonación tras entonación sigue elevándose y proclamándose la dignidad de toda persona manifestándose en su prístina belleza:
Qué hermosa sois,
¡Oh Madre Inmaculada!
El mismo Dios formó tanta beldad.
Te viste el sol,
tus pies calza la luna,
Tu sien de estrellas coronada está.
…
Sí, Ella nos descubre continuamente, pacientemente, maternalmente nuestra filiación divina. Ser y vivir como hijos de Dios es la expresión de nuestra libertad rebelde y corazón radiante que nos regala el gozo de servir y de amar al prójimo. Es demasiado hermoso la vida de enamorado para no agradecérsela y vivirla en plenitud, aun sabiéndose pequeño, necesitado y humilde. Ella, la humilde por excelencia, ella, la Madre regalada a toda la humanidad sigue ahí, con su corazón herido, pero enamorado, para sostenernos en esta vida -que es lucha y milicia- para llegar exhaustos y exprimidos como un limón hasta el cielo que se nos tiene prometido donde uno se saciará sin saciarse jamás.
La Madre con su humildad, con su fe operativa a lo que le dijo el Señor, se ha convertido en la bendecida de generación en generación. Si cuando era niño, allí subido al terrado, aquel terrado poblado de palomas, gallinas y conejos, me robaste el corazón, ahora Madre, saliendo a cantarte y bailar al son de la música por estas calles y callejuelas de mi pueblo te doy las gracias por el regalo que me diste y que ahora sigue ayudándome a mantenerme en vilo para seguir actuando en esta tradición que tanto bien puede hacer a quienes te acompañamos, a quienes te escuchan y a los que en un mohín revuelto por las sábanas dicen: ya vuelve a estar aquí esta alma y espíritu benicarlando que, sin duda, es ya patrimonio de mi pueblo, alma, vida, corazón y sonido de mi biografía.
Cómo agradecemos a este grupo de mi pueblo que prepara con ilusión esta fiesta engalanada hasta cuidando los detalles de la chocolatada a medio camino y de estos músicos que se lo han pasado tan bien porque nos veían felices de escuchar sus tonadas populares. Agradecidos a todos, sí a todos. Y que otra vez nos veamos tan gozosos como hoy. Feliz fiesta de nuestra Madre, la Inmaculada.
Manuel Ferrer