Fiesta en la Residència sant Miquel, de Tortosa

Cuando llega el buen tiempo, que en cristiano es el tiempo pascual, y en civil el mayo florido, la “Residència diocesana d’ancians Sant Miquel arcángel” hace festiva -como fiesta mayor- una jornada. No tiene nombre la celebración, pero sí muy seguras las maneras. Son dos: Misa y Mesa. ¡Lo que adviene cada día -capilla y comedor- pero hecho brillantemente! Cordialmente, sobretodo. Este año, 2022, tuvo lugar el pasado jueves 26 de mayo.

Al aire libre, en los exteriores que palmera y árboles socorren con su sombra, el sr. Obispo, don Enrique, celebró la Eucaristía, nos animó en la homilía, se rodeó de los sacerdotes residentes, le acompañó devota y cómoda toda la Residencia.

A las 13 -hora del cotidiano yantar- la comida extraordinaria: por su lugar (aprovechando los sombrajos del parking, a la vera de la huerta, como una veintena de mesas esperando a 6 comensales); por su calidad (excelencia en el aperitivo, sobresaliente en paella, cumplido postre, picardiosa la bebida); por el cuidado-camarero de servidoras-servidores (¡matrícula de honor!).

¡Oh casualidad! En la mañana del día de la fiesta, la prensa daba noticia de un documento que nuestros obispos -la Conferencia Episcopal Española- han dedicado a los mayores y que lleva por título: “ANCIANIDAD: tesoro de frutos y bendiciones”. ¡Vaya piropo! Creo que “Sant Miquel” pide un reparto. Aquí, el TESORO de la ancianidad son los 156 residentes y usuarios; las BENDICIONES los 82 trabajadores.

EAP