Eucaristía de Acción de Gracias por la beatificación de cuatro mártires

El domingo, 31 de octubre, se celebró en la Catedral de Tortosa, una Eucaristia de acción de gracias por las beatificaciones de los cuatro mártires de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos. Presidió la celebración el Sr. Obispo, Mons. Enrique Benavent Vidal. Concelebraron cuatro obispos y un buen número de sacerdotes. El grupo musical “Dècada Religiosa” de la parroquia Mare de Déu dels Àngels se hizo cargo de los cantos y del acompañamiento musical. Se inició la celebración con el canto: “Que alegría cuando me dijeron” y el Sr. Obispo incensó el altar y las reliquias de les nuevos beatos. A continuación la monición de entrada, en la cual se destacó que los beatos Dn. Manuel Galcerá, Dn. Francisco Cástor Sojo, Dn. Aquilino Pastor y Dn. Millán Garde, supieron encarnar en su vida y en su muerte el sacrificio total y absoluto de Jesucristo. Hoy es un día de acción de gracias y de agradecimiento al Señor por el don del sacerdocio.

Se proclamaron las lecturas después de una breve monición. La 1ª lectura del libro del Deuteronomio (Dt 6, 3-6). El Salmo responsorial 17: “Us estimo, Senyor, vós m’enfortiu”. La 2ª lectura de la carta a los Hebreos (He 7, 23-28). A continuación, “Canta al·leluia al Señor” y después el Evangelio según san Marcos (Mc 12.28b-34)

El Sr. Obispo, Dn. Enrique Benavent, dió la bendición a todos con el libro de la Palabra de Dios y empezó la homilía.  Muy estimados hermanos en el episcopado, sacerdotes, seminaristas, hermanos todos. Nos hemos reunido para dar gracias a Dios siempre y en todo lugar. Ayer vivimos el gozo de la beatificación de cuatro Sacerdotes Operarios Diocesanos, hijos de Mn. Sol.  Hemos de aprender la lección que nos dan en sus vidas. En la primera lectura del libro del Deuteronomio hemos proclamado:”Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda tu alma, con todas las fuerzas”. Tenemos el ejemplo de estos hermanos que amaron tanto al Señor que prefirieron perder la vida antes que el amor a Dios. Estos mártires sufrieron una muerte por medio de una ofrenda, acto de amor en manifestación del amor del Señor. Al igual que Cristo desde  lo alto de la cruz clamaba: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”,  también ellos vivieron estos momentos de perdón y de amor. El cristiano está llamado a dar la vida por Jesucristo. Es auténtico testigo del Evangelio, aquel que cumple en su vida los deseos del Señor. Ellos habían dedicado su vida sacerdotal a anunciar a Cristo y estaban dispuestos a cumplir su voluntad y la aceptaron con el testimonio más limpio y más evangélico de la fe.

Encontramos en la 2º lectura: “Y tal convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo”. Estos sacerdotes encarnaron en sus vidas la imagen del Sumo Sacerdote. El Evangelio sólo puede ser proclamado de modo evangélico, no desde la violencia y la imposición. El sacerdote ha de ofrecer a Dios toda su existencia, todo su ser, todo su trabajo, todas sus alegrías y penas, esperanzas y desilusiones, toda su persona. En el fondo lo que un sacerdote quiere hacer de su vida es una ofrenda al Señor, la ofrenda de su propia vida. Con el martirio llegó también la purificación de su sacerdocio. En este momento vieron la mano verdadera del Señor Jesús y el martirio les purificó y han llegado a ser sacerdotes santos, inocentes, sin mancha, Que así sea.

En la oración de los fieles pedimos por la Iglesia, por el Papa, los Obispos, los sacerdotes, y seminaristas, por los misioneros, por los religiosos y religiosas, por la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, por todos los que participaban de la celebración y por los que han hecho de sus vidas un constante acto de amor y entrega a Dios. Llegado el momento de las ofrendas se ofreció el pan y el vino y se incensó el altar y la cruz, mientras el grupo musical cantó: “El Senyor és la meva força”. Durante la comunión cantamos: “El pescador”.

El Director General de la Hermandad, Dn. Florencio Abajo, nos dirigió unas palabras de agradecimiento y tres Operarios fueron a saludarle y veneraron las reliquias de los mártires; mientras cantamos: “Us donem gràcies, Senyor”. Con motivo de la celebración de los 50 años de la ordenación sacerdotal de Dn. Javier Goñi y de los 25 de Dn. José Ayllón, el Director General les hizo el obsequio de una cruz.

Finalmente, nuestro obispo, Dn. Enrique Benavent,  nos dio la bendición solemne y con el canto del “Magnificat” acabó la celebración de la Missa de acción de gracias por la beatificación de cuatro Sacerdotes Operarios Diocesanos. Que la sangre de estos mártires derramada por Cristo, sea semilla que dé como fruto nuevas vocaciones sacerdotales.

Maria Joana Querol Beltrán