UN MUNDO NUEVO, PROYECTO COMÚN 02-02-2014
El próximo domingo celebramos la campaña contra el hambre organizada por Manos Unidas. Las parroquias y otras realidades eclesiales nos unimos para sembrar horizontes de esperanza en los lugares más desfavorecidos de nuestro mundo, y en el corazón de muchas personas que carecen de lo más necesario para vivir: alimentos, instalaciones educativas, equipamientos sanitarios, etc…
Esta jornada nos ofrece la posibilidad de compartir nuestros bienes con aquellos que carecen de bienes de primera necesidad, en muchos casos para poder subsistir. Nosotros, que en estos momentos hablando constantemente de la situación de crisis que estamos atravesando, no debemos olvidar que hay muchos hermanos nuestros que están permanentemente en una situación de crisis mucho más grave que la nuestra y que sus esperanzas de superarla son mucho menores.
El Papa Francisco, en muchas de sus intervenciones nos ha hablado con claridad de la vergüenza que nos debería provocar el hecho de que tantas personas mueran todavía de hambre en nuestro mundo, o carezcan de medios elementales para garantizar una educación digna o unas mínimas condiciones de salud. En la exhortación Evangelii Gaudium el Papa es contundente: «No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad» (nº 53).
El lema de este año nos recuerda que la construcción de un mundo nuevo tiene que ser un proyecto común de todos los hombres. Es un lema que nos interpela a todos, independientemente de su raza, cultura o religión, a sentirnos comprometidos en la construcción de un mundo en el que todos los seres humanos vivan dignamente, de modo que el desarrollo alcance a todos los hombres y a todo el hombre.
Es un lema que nos sitúa en el camino de la fraternidad universal. Para que todos los pueblos y todos los seres humanos puedan llegar a tener una vida digna, los hombres nos debemos reconocer como parte de una misma y única familia, debemos sentir los problemas de los hermanos como propios y vivir en un espíritu de profunda comunión.
Para que este deseo de un mundo nuevo vaya siendo realidad debemos recuperar algunos valores en nuestra sociedad: generosidad y solidaridad en las relaciones económicas, superación del egoísmo y del deseo de búsqueda absoluta del propio beneficio, coherencia personal para pedir honestidad en el ámbito social y político. Si no compartimos estos valores sobre los que debe sustentarse nuestra sociedad difícilmente podremos construir un mundo nuevo.
Manos unidas nos ofrece cada año la posibilidad de poner nuestro pequeño granito de arena para que nuestro mundo sea un poco mejor. No dejemos pasar la oportunidad de ser solidarios con los más pobres.
Que el Señor nos bendiga a todos con su paz.
+ Enrique Benavent Vidal
Obispo de Tortosa