UN MODELO DE FAMILIA 27-12-2015

El domingo que sigue a la fiesta de la Navidad celebramos la de la Sagrada Familia, que es también la fiesta de todas las familias cristianas. La Iglesia da una gran importancia a la familia, y lo hace por una razón: el Hijo de Dios, al hacerse hombre, nació y vivió la mayor parte de su vida en el seno de una familia. Y en el ámbito de esa familia es donde el reino de Dios empezó a hacerse presente en nuestro mundo. La familia es el primer lugar donde los niños que vienen a este mundo deben empezar a conocer todo aquello que es signo del Reino: la gracia y el amor de Dios, la vida, la verdad, la justicia y la paz. Cuando estas experiencias no se viven en el seno de la vida familiar, hemos de pensar que de alguna manera se retrasa el crecimiento del reino de Dios en nuestro mundo.

Un signo de la importancia que la Iglesia da a la familia es el magisterio de los últimos papas, sobre todo de San Juan Pablo II, y el sínodo que se ha celebrado el pasado mes de octubre convocado por el Papa Francisco. En esta asamblea sinodal, ante la crisis que atraviesa la institución familiar en estos momentos, creo que han quedado claros dos principios que deben inspirar la pastoral de la Iglesia hoy.

En primer lugar, la Iglesia no debe ignorar a tantas personas que no han tenido y no tienen una vida familiar que sea para ellos un signo del reino de Dios. Esos cristianos, muchas veces víctimas de situaciones que no han provocado, han de encontrar en la Iglesia esa “familia” que no han tenido la posibilitad de vivir.

Pero la Iglesia no puede dejar de anunciar el Evangelio de la familia. Y por eso, durante la celebración del sínodo el Papa Francisco canonizó a un matrimonio a quien ha propuesto como modelo de familia cristiana. Se trata de Lluís y Celia Martín, padres de Santa Teresa del Niño Jesús. Proponer a la veneración del pueblo de Dios testigos como estos es también una manera de anunciar el evangelio de la familia.

En la autobiografía de Santa Teresa de Jesús encontramos muchas alusiones a sus padres, referencias breves pero que van a lo esencial. Recordaré tres: Hablando de su familia, hace esta confesión: “Durante toda mi vida, Dios ha querido rodearme de amor … Pero si Él puso mucho amor a mí lado, también lo puso en mi corazón … Y así, quería mucho a papá y a mamá”. La persona despierta al amor en el seno de su familia. En una familia cristiana, ese despertar al amor humano es, al mismo tiempo, conocer el amor de Dios.

En otro momento, recordando la enfermedad de su madre, evoca cuando ella les hacía rezar todos los días. Es una familia donde Dios y la fe no era algo que se vivía fuera de casa, sino que estaba presente como el oxígeno que daba la vida y unía a todos.

Después de la muerte de su madre, Teresa, recordando los paseos con su padre, dice: “Durante los paseos que daba como papá, le gustaba mandarme a llevar la limosna a los pobres con que nos encontrábamos”. El padre educaba a la hija en la caridad hacia los más necesitados. Una familia cristiana es aquella que no vive cerrada en sus intereses, sino que se abre a los más pobres.

No nos debe extrañar que en una familia como esta, que no dudó del amor de Dios ni en los momentos dolorosos, fructificara abundosamente la santidad.

Pidamos al Señor por nuestras familias, para que se asemejen a la familia de Nazaret.

+ Enrique Benavent Vidal
Bisbe de Tortosa