SANTA MARÍA MAGDALENA (y II) 31-07-2016

El momento en el que María Magdalena adquiere un mayor protagonismo lo encontramos en los relatos pascuales. Mateo, Marcos y Lucas la nombra en primer lugar en la lista de mujeres que fueron al sepulcro en la mañana del Domingo de Pascua y lo hallaron vacío (Mt 28, 1; Mc 16, 1; Lc 24, 10). Mateo menciona una aparición a Maria Magdalena y a «la otra María», que habían ido al sepulcro (Mt 28, 9) y Marcos indica que fue la primera persona a la que se le apareció el Señor y la que fue a anunciar la noticia pascual a «sus compañeros, que estaban de duelo y llorando» (Mc 16, 9-10). En algún caso los evangelistas no disimulan el contraste entre la actitud de estas mujeres y la dureza de corazón de los apóstoles que se resistían a creer (Mc 16, 13; 24, 11).

Pero donde María Magdalena se convierte en un personaje central de la Pascua es en el evangelio de San Juan, en el que todos los acontecimientos aparecen narrados con más detalle. María encuentra el sepulcro vacío y avisa a los discípulos de que «se han llevado al Señor y no sabemos dónde lo han puesto» (Jn 20, 2). Pedro y el Discípulo amado van a ver lo sucedido y entran en el sepulcro. La reacción de estos dos apóstoles es distinta: mientras que Pedro se admiró (Lc 24, 12), el Discípulo Amado «vio y creyó» (Jn 20, 8). Sin embargo, los dos «se volvieron a casa» (Jn 20, 10).

La reacción de María Magdalena fue distinta. Ella no puede regresar tranquilamente a casa sin encontrar al Señor: quiere saber qué ha pasado y buscar el cuerpo de Jesús. Por eso se queda junto al sepulcro «llorando» (Jn 20, 11), vuelve a entrar y, en este momento, comienzan a sucederse los acontecimientos: dos ángeles le preguntan por qué llora, a lo que ella responde suponiendo que se han llevado el cadáver a otro lugar. Después ve a Jesús y no lo reconoce. Confundiéndolo con el hortelano y pensando que ha sido él quien ha llevado el cuerpo, le pide que le diga dónde lo ha puesto para ir a recogerlo (Jn 20, 15). Únicamente cuando el Señor la llama por su nombre lo reconoce, lo adora y recibe de Cristo la misión de ir a anunciar a los «hermanos» la noticia de la Pascua. Ella «fue y anunció a los discípulos: <<He visto al Señor y ha dicho esto>>» (Jn 20, 18). Sin pertenecer al grupo de los apóstoles tuvo el privilegio de ser la primera en ver al Señor resucitado, y se convirtió en la primera en dar testimonio de la resurrección. Fue una evangelizadora de los discípulos.

¿Por qué el Señor le concedió este privilegio y esta misión tan singular de levantar el ánimo e invitar a la fe a unos discípulos que estaban tristes y llorosos? Muchos padres de la Iglesia han dicho que por su constancia en el amor. Pedro y Juan, después de ver el sepulcro vacío se vuelven tranquilamente a casa y no manifiestan ninún interés en saber qué ha ocurrido. María, en cambio, movida por su amor a Cristo, permaneció junto al sepulcro y su constancia fue premiada. También aquí se insinúa la primacía del amor sobre el lugar que se ocupa en la Iglesia. Lo decisivo en la vida es llegar a encontrar al Señor y el camino para ello es perseverar en el amor.

Que el testimonio de María Magdalena anime a todos los que se encuentran cansados y desanimados en su búsqueda del Señor.

+ Enrique Benavent Vidal
Obispo de Tortosa