SANTA JOSEFINA BAKHITA 22-02-2015
El pasado día 8 de febrero celebramos la fiesta de Santa Josefina Bakhita, religiosa canosiana que fue beatificada por el Papa San Juan Pablo II en 1992 y canonizada por el mismo Papa en el año 2000. Nos encontramos ante un testimonio más de santidad que la vida consagrada ha aportado a la Iglesia a lo largo de su historia.
La historia de esta mujer, nacida en Sudán hacia el año 1869, es un testimonio conmovedor. Pertenecía a una tribu que practicaba las religiones tradicionales en las que el culto a los antepasados era el centro de la vida social y religiosa del poblado. Aunque oficialmente la esclavitud estaba prohibida en Sudán, era una norma que no se cumplía. De hecho, fue secuestrada por tratantes de esclavos árabes y vendida como esclava. Aquí comienza para ella un calvario de humillaciones y sufrimientos. Su sufrimiento en aquella época fue tan grande que llegó incluso a olvidar su nombre. Ante esta situación, los traficantes de esclavos la llamaron Bakhita, que significa «afortunada». Vendida varias veces, padeció maltratos físicos por parte de algunos de sus dueños. De hecho, todo su cuerpo quedó marcado por las cicatrices. Comprada en 1882 por un comerciante italiano, tuvo que viajar a Italia cuando en 1884 muchos italianos abandonaron Sudán. Aunque regresó de nuevo a Sudán, al poco tiempo volvió definitivamente a Europa. Estamos ante una víctima de un sistema social que, aunque legalmente estaba prohibido, en realidad era tolerado, de un sistema que la forzó a alejarse de su tierra, de su familia y de su cultura.
En 1889 obtuvo en Italia la libertad definitiva. Es en este momento cuando entra en contacto con la congregación de las Hijas de la Caridad que había sido fundada por Magdalena de Canossa. En la relación con estas religiosas conoce la fe cristiana y tiene por primera vez en su vida la experiencia de la libertad y de ser respetada en su dignidad. En 1890 recibió los sacramentos de la Iniciación Cristiana de manos del Patriarca de Venecia, recibiendo el nombre de Josefina Margarita Bakhita. El conocimiento de Cristo y de la fe cristiana, junto con la experiencia liberadora que ello supuso para ella, hizo que se sintiera una mujer afortunada. Atrás quedaban sus sufrimientos. En Cristo había conocido la libertad.
Pronto manifestó su deseo de ingresar en la congregación de las religiosas canosianas. En 1896 pronunció los votos religiosos. Su vida consagrada fue de una gran sencillez: atendía los trabajos humildes en distintas casas de la congregación. Sin embargo en su corazón crecía el deseo de volver a África como misionera para anunciar la libertad que nos viene de Cristo. No pudo ver cumplido su deseo, aunque realizó una serie de viajes de animación misionera por Italia. Destacó por ser una mujer que, debido a su experiencia del sufrimiento, supo decir en todo momento una palabra de consuelo a los que sufrían. Falleció en 1947. La historia de su vida es un testimonio de lo que la vida consagrada puede aportar para dignificar la vida de tantos seres humanos.
Con mi afecto y mi bendición.
+ Enrique Benavent Vidal,
Obispo de Tortosa.