SAN LUÍS GONZAGA 21-06-2015

Interrumpimos esta semana la presentación de la instrucción pastoral La Iglesia, servidora de los pobres, para presentar uno de los muchos frutos que la vida consagrada ha dado a la Iglesia. Se trata de San Luís Gonzaga, a quien muchas asociaciones de jóvenes católicos tienen como ejemplo y protector. Esta especial relación de los jóvenes con San Luís Gonzaga se debe a que murió a la edad de 23 años, después de haber dado un testimonio admirable de entrega a Dios y de caridad para con los enfermos.

San Luís era el primogénito de una familia de la nobleza italiana y, por tanto, el heredero de los títulos nobiliarios y de la hacienda familiar. Pertenecía a una familia rica y poderosa. Era un joven que tenía todo lo que en este mundo se puede desear. Además, durante su adolescencia manifestó una gran inteligencia en el estudio de las lenguas, las matemáticas y gran habilidad para las cuestiones políticas y diplomáticas, lo que le auguraba un futuro de éxito y de poder.

Sin embargo, gracias a la educación cristiana recibida de su madre y a la inclinación hacia las cosas de Dios que la gracia despertaba en su corazón, se rebeló contra el estilo de vida de su clase social y decidió renunciar a todos sus derechos y títulos familiares en favor de su hermano, e ingresar en la compañía de Jesús. Para poder hacer realidad este proyecto de vida tuvo que superar la oposición de su padre y de los miembros de su clase social, que lo consideraban un loco, y también una lucha interior: mientras que, por un lado, sentía la llamada de Cristo a seguirlo en la vida religiosa, también le asaltaba en su mente la posibilidad de hacer el bien a sus súbditos, conservando sus títulos nobiliarios.

La decisión no era fácil, porque personas cualificadas y de Iglesia, razonando con él, trataban de inclinarlo hacia la opción que, humanamente hablando, parecía más razonable porque, además, comportaba un bien para los demás. Pero el criterio último para él era la voluntad de Dios. Por ello, una vez tomada la decisión, se mantuvo firme en ella pese a la oposición de su padre y al dolor de la separación de su madre, a la que tan unido se sentía por la fe que compartía con ella.

En 1587, a los 19 años, ingresó en la compañía de Jesús. En la orden fundada por San Ignacio encontró el camino concreto para amar y servir en todo a Dios. Su amor a Cristo con un corazón indiviso le llevó a vivir una castidad y una limpieza de corazón, que son un ejemplo para aquellos jóvenes que de verdad aman al Señor.

A esta pureza de corazón unió el testimonio de una caridad heroica hacia los enfermos, a quienes sirvió hasta la entrega de su vida. Siendo estudiante de filosofía en Roma, en la epidemia del año 1591, se entregó tanto al servicio de los enfermos que murió de agotamiento. Murió a causa de una caridad que no le dejó indiferente ante el dolor de los que más sufrían.

En un mundo como el nuestro, en el que tantos jóvenes piensan que tienen todo lo que se puede desear, el testimonio de San Luís Gonzaga es una luz que nos recuerda que el verdadero tesoro y el auténtico amor que conduce a la vida únicamente se encuentran en Cristo.

Recibid mi bendición.

+ Enrique Benavent Vidal
Obispo de Tortosa.