SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE 19-04-2015
En el marco de la celebración del año de la vida consagrada, presentamos este mes el testimonio de santidad de San Juan Bautista de la Salle, fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que en nuestra diócesis dirigen un colegio en Benicarló.
En la ciudad de Reims, famosa por su Catedral gótica, nació Juan Bautista el 30 de abril de 1651. La religiosidad que vivió en el ámbito de su familia, marcada por la piedad de su madre, Nicolasa Moët, modeló su personalidad desde niño. Juan Bautista era el mayor de once hermanos, de los cuales cuatro murieron muy pequeños.
Cursó las primeras letras en el Colegio de “Bons Enfants”. Pronto sintió la llamada de Dios. A los 17 años recibe las Órdenes Menores y a los 18 termina los estudios medios. Juan Bautista y sus padres acuerdan que continuara los estudios en París, en el famoso Seminario de San Sulpicio.
Pronto vive la experiencia dolorosa de la muerte de sus padres: en menos de un año mueren los dos. A pesar de recibir el nombramiento de tutor legal de sus hermanos por ser el primogénito, continuó con sus estudios. En abril de 1678, con 27 años, recibe la ordenación sacerdotal en Reims. Su preocupación principal ahora es descubrir la voluntad de Dios sobre futuro. Su director espiritual le anima a ocuparse de las escuelas para los niños pobres.
Impulsado por este ideal constituye una asociación de maestros cristianos, atiende espiritualmente a las Hermanas del Niño Jesús, dedicadas a la educación y al cuidado de niños huérfanos, y coopera en la apertura de dos escuelas para niños pobres. El 24 de junio de 1682 abandona su casa y con un grupo de maestros comienza un estilo de vida que desembocará en la fundación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, cuya labor educativa cristaliza en la fundación de colegios en Francia y, en 1705, en Roma.
Las escuelas son preferentemente “primarias”, y algunas profesionales. Para los obreros se abren escuelas dominicales, y para formar a los futuros maestros, las que posteriormente se llamarán Escuelas Normales. La gratuidad es indispensable para que puedan acceder los hijos de los artesanos y de los pobres, la clase modesta.
Para él la vocación a la enseñanza es algo más que una profesión, es un ministerio al servicio de Dios y de Cristo, en el que el mismo Espíritu se manifiesta para el bien de la Iglesia. Por ello, el educador, animado por un amor a los niños semejante al que Cristo siente por su Iglesia, intentará escribir «la carta que Cristo dicta no en tablas de piedra, sino en el corazón de los niños».
Que el testimonio de la vida y de la vocación de Sant Juan Bautista de La Salle sea una luz para todos aquellos educadores que quieren vivir su misión animados por su fe cristiana.
Recibid mi afecto y mi bendición.
+ Enrique Benavent Vidal
Obispo de Tortosa