PLÁNTALE CARA AL HAMBRE. SIEMBRA 14-02-2016

Aunque la asociación católica Manos unidas realiza a lo largo de todo el año actividades para sensibilizar a nuestra sociedad sobre el problema del hambre en nuestro planeta, durante estos días, cuando se acerca la jornada de lucha contra el hambre en el mundo, se intensifican y se generalizan en nuestras parroquias estas iniciativas. Es un motivo de satisfacción para toda la Iglesia que una asociación de fieles cristianos haya crecido y arraigado en la vida de las parroquias y de la sociedad, hasta el punto de convertirse en punto de referencia para tantas iniciativas en favor del desarrollo de los países más pobres y en una voz en favor de los más necesitados, que nos recuerda permanentemente que este problema, que desgraciadamente afecta todavía a millones de personas en nuestro mundo, no está resuelto. Quiero agradecer a todos los que hacéis posible que tantas personas necesitadas de lo más necesario para vivir puedan tener una esperanza de futuro, el trabajo generoso que realizáis. En las visitas pastorales a las parroquias constato constantemente la ilusión con la que trabajáis.

El lema de este año nos invita, en primer lugar, a plantarle cara al hambre. Es una llamada a no dejarnos vencer por el desánimo cuando constatamos que este problema, que es seguramente una de las injusticias mayores de nuestro mundo, no acaba nunca de solucionarse. La tentación del desánimo o de pensar, ante un problema que no acaba de resolverse, que no se puede hacer nada, nos puede asaltar a todos. No nos dejemos vencer por ella. Sabemos que nunca se solucionarán todos los problemas de nuestro mundo, pero tenemos la certeza de que nuestras pequeñas aportaciones ayudan a que sea mejor. Por otra parte, los cristianos no debemos olvidar que nunca se resolverán todos los problemas. Este hecho no puede convertirse en una excusa para dejar de luchar, sino que debe ser un buen motivo para seguir trabajando por un mundo mejor. Tenemos que plantarle cara al hambre.

En el lema de este año escuchamos una segunda invitación: «Siembra». Jesús no solucionó todos los problemas del mundo, pero sembró la semilla del Reino de Dios. Tampoco convirtió a todos, pero esparció la semilla de la palabra de Dios al mundo. La misión de la Iglesia, y en ella de cada uno de los cristianos, es sembrar el Reino de Dios y el mensaje de la salvación con obras y palabras. La campaña anual de manos unidas consiste en sembrar semillas de algo nuevo para nuestro mundo.

Hemos de sembrar un mensaje de justicia para recordar a la humanidad que es posible solucionar el problema del hambre. En nuestro planeta hay suficientes alimentos para todos y, paradójicamente, hay personas que pasan hambre. Los más pobres se convierten en las víctimas de intereses económicos y políticos. Hemos de sembrar en los pueblos más necesitados proyectos para que las personas puedan llegar a tener los medios necesarios para un trabajo y una vida dignos. De este modo no sólo se solucionan problemas actuales, sino que se evitan dramas en el futuro. Estamos llamados finalmente a sembrar solidaridad en nuestro mundo, a recordar a quienes no les falta nada para vivir dignamente, que hay más alegría en dar que en recibir (Hch 20, 35). Que en este año de la misericordia no olvidemos que dar de comer al hambriento y de beber al sediento son las primeras obras de misericordia corporales.

+ Enrique Benavent Vidal
Obispo de Tortosa.