OCTUBRE: MES DEL ROSARIO 30-09-2019
En la piedad popular del pueblo cristiano el mes de octubre siempre ha estado dedicado al santo rosario. De hecho, en muchos de nuestros pueblos existían, y en algunos todavía hoy siguen vivas, cofradías en honor de la Virgen del Rosario, que tienen como finalidad promover esta devoción mariana y mantienen sus celebraciones públicas a lo largo de este mes.
Esta oración, que por su sencillez ha configurado a lo largo de muchos siglos la espiritualidad de tantos cristianos sencillos y anónimos, y que ha mantenido unidas a tantas familias en la vivencia de la fe, ha sido una fuente de gracia y de santidad para la Iglesia. De hecho, si miramos su historia descubrimos que aquellos que la Iglesia ha propuesto como modelos de santidad, han cultivado esta práctica de piedad. Recientemente muchos han querido desprestigiar esta forma de oración afirmando que, por su carácter repetitivo, tiende a la rutina. La repetición no lleva necesariamente a la rutina y al formalismo. Cuando se ora con autenticidad, lleva a una mirada contemplativa de las realidades de la fe y despierta el afecto hacia la persona del Señor y de la Virgen María. La contemplación de los misterios de la vida de Jesús en comunión con María, que fue su primera y más perfecta discípula, nos va identificando con Cristo imitando la fe viva de su Madre.
Los últimos papas, en sus escritos han exhortado al Pueblo de Dios a mantener y cultivar esta forma de plegaria. El beato Pablo VI en su exhortación apostólica Marialis cultus, sobre el culto a la Virgen María, al mismo tiempo que invitaba a una renovación de la piedad mariana en sintonía con las enseñanzas del concilio Vaticano II, destacando el carácter profundamente evangélico y cristológico del santo Rosario, recomendaba también la práctica de esta plegaria en familia, ya que “debe ser considerada como una de las más excelentes y eficaces oraciones comunes que la familia cristiana está invitada a rezar” (54).
San Juan Pablo II, en la exhortación Rosarium Virginis Mariae, en la que junto a los tradicionales misterios gozosos, dolorosos y gloriosos, introdujo los cinco misterios luminosos, resaltando con ello el carácter cristológico de esta forma de oración y proponiendo para la contemplación los principales acontecimientos de la vida pública de Cristo, afirmaba: “(El rosario) es un medio sumamente válido para favorecer en los fieles la exigencia de contemplación del misterio cristiano” y para que “nuestras comunidades cristianas se conviertan en auténticas escuelas de oración”.
No olvidemos que una de las lagunas que tenemos actualmente en la Iglesia, no es solo que ya no se valora esta forma de plegaria en la familia, sino el hecho de que en muchos hogares cristianos ya no hay momentos compartidos de oración. Como decía el beato Pablo VI, si en una familia falta la oración en común, se pierde “el carácter mismo de familia como Iglesia doméstica” (52). Para que esto no ocurra ni en las familias ni en nuestras comunidades cristianas, os invito a serviros de esta plegaria mariana, que por su sencillez es una forma de oración accesible a todos.
Que la Virgen María os bendiga
+ Enrique Benavent Vidal
Obispo de Tortosa