LOS PADRES CRISTIANOS Y LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS 09-03-2014

Nos encontramos a las puertas de la preinscripción de los alumnos para el próximo curso. Es un momento en el que los padres deben pararse a pensar qué educación quieren para sus hijos y tomar las decisiones que estén de acuerdo con sus valores y su modo de ver la vida. En estos momentos los padres no deben olvidar que ellos son los primeros responsables de la educación de sus hijos y que tienen el derecho y el deber de ejercer esa responsabilidad tomando las decisiones que consideren más adecuadas, en la medida en que las leyes lo permiten.

A la hora de decidir deben pensar, en primer lugar, que la educación es algo más que la enseñanza de unas materias o el aprendizaje de unas técnicas o conocimientos. El Papa Francisco nos ha recordado la necesidad de una educación «que nos enseñe a pensar críticamente y que nos ofrezca un camino de maduración en los valores»(Evangelii Gaudium, 64). La educación tiende a la maduración de la persona, al crecimiento en valores morales, a la integración en la sociedad, a la creación de hábitos de trabajo que hagan a la persona más responsable. En definitiva, tiende a modelar una personalidad. Los cristianos no podemos olvidar que Cristo es «el hombre perfecto» hacia el cual todos hemos de tender.

Esto no es fácil de comprender en el momento actual, en que nos encontramos ante lo que el Papa Benedicto XVI calificó de «emergencia educativa»: una educación de mínimos, reducida muchas veces a un aprendizaje que se ha vuelto incapaz de transmitir valores y actitudes.

En esta situación la primera decisión que deben tomar los padres es la elección del centro escolar que garantice, en la medida de lo posible, lo que ellos quieren ofrecer a sus hijos. La Iglesia, desde siempre ha querido ofrecer a los padres el servicio de una escuela cristiana en la que, trabajando juntamente con la familia, se ofrezca no sólo una calidad de enseñanza, sino también una atención personal a los alumnos y la posibilidad de tener unos ámbitos de vivencia de la fe, que les permitan encontrarse con Cristo, conocerle y crecer en el deseo de vivir en su amistad.

La segunda decisión, que es independiente del colegio elegido para los hijos, es ofrecerles la posibilidad de que cursen la asignatura de religión. El Papa Benedicto XVI nos recordó que «la dimensión religiosa es intrínseca al hecho cultural, contribuye al desarrollo global de la persona y permite transformar el conocimiento en sabiduría de la vida». Una educación integral debe incluir la asignatura de religión, que ayude a los niños y jóvenes a dar un sentido a su vida. En estos momentos, en que en muchos lugares cursar la asignatura de religión es un acto heroico, los padres y los jóvenes cristianos deben sentirse invitados a un acto de coherencia con la fe.

Amar a los hijos lleva a ofrecerles lo mejor. Los mejores regalos que los hijos reciben de los padres son la fe y la educación. Por eso es muy importante elegir con cuidado y responsabilidad.

Que el Señor os ilumine en estas decisiones.

+ Enrique Benavent Vidal
Obispo de Tortosa