LA FAMILIA Y LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS 01-03-2015
Durante el mes de marzo los padres deberán tomar algunas decisiones que son importantes para la educación de sus hijos en vistas al próximo curso escolar. Además, durante este año 2015 se cumplirá el 50 aniversario de la declaración sobre la educación cristiana del Concilio Vaticano II. Es el momento de recordar a aquellos padres de familia que se sienten cristianos, y a los que valoran lo que la fe cristiana puede aportar de positivo a la educación de sus hijos, algunos criterios que puedan ayudarles a tomar la decisión que consideren mejor para ellos.
La educación de los hijos compete, en primer lugar a los padres. Se trata de un derecho que deben ejercer con responsabilidad moral y, por tanto, de un deber del que no pueden despreocuparse. El papel de la sociedad y del estado, a la hora de establecer las normas que regulan la educación, no es suplantar a los padres o invadir sus derechos, sino ayudarles a que puedan cumplir mejor su misión. No es aceptable desde el punto de vista moral que unos padres se despreocupen de la educación de sus hijos, dejando que otros tomen decisiones que les corresponden a ellos, ni que las autoridades establezcan normas que no respeten los derechos de la familia en el ámbito educativo.
La educación es algo más que la enseñanza de unas materias o de unas disciplinas académicas. Educar a los niños y a los jóvenes implica, además de enseñar, ayudarles a que lleguen a encontrar una orientación fundamental en su vida, que les lleve a madurar como personas, a aprender a convivir en la sociedad, a respetar y defender los derechos de todas las personas, a asimilar aquellos valores que les ayuden a vivir su trabajo como un servicio a la sociedad, etc… Por ello, los cristianos estamos convencidos de que la fe cristiana no debe quedar al margen de la educación. Una educación inspirada por la fe ayuda al crecimiento como personas.
El Vaticano II, en su declaración sobre la educación, ha recordado que “todos los hombres tienen derecho a una educación que responda a su propio fin” (GE nº 1), que todos los cristianos “tienen derecho a una educación cristiana” (GE nº 2) y que la función de la sociedad y de la Iglesia no es otra que ayudar a los padres en esta misión (Cfr. GE nº 3).
Los padres no pueden olvidar estos derechos que, por otra parte, las autoridades políticas y académicas tienen el deber de garantizar. Por ello, a la hora de elegir el centro educativo deberán asegurarse de que en él se respete la fe y se garantice la posibilidad de una educación cristiana. Es para garantizar esto por lo que la Iglesia ofrece el servicio de unas escuelas cristianas a las que todos deberían poder acceder. Además, si realmente están convencidos de que la fe aporta algo importante a la educación, también deben preocuparse de inscribir a sus hijos en la clase de religión católica, tanto en las escuelas cristianas como en los centros públicos. Es un derecho que todos tienen, y para las familias cristianas es además una obligación moral.
Que el Señor os ilumine y os acompañe en vuestra vida familiar.
+ Enrique Benavent Vidal
Obispo de Tortosa.