JUAN XXIII: DESEO DE SANTIDAD 27-04-2014
Este segundo domingo del tiempo de Pascua vamos a vivir en la Iglesia un acontecimiento histórico: El Papa Francisco canonizará a dos grandes papas del siglo XX y, en el caso de Juan Pablo II, también de los primeros años del siglo XXI. Hoy les voy a comentar algo sobre el Papa Juan XXIII. La próxima semana la dedicaremos al Papa Juan Pablo II.
Cuando yo nací ocupaba la sede de Pedro el Papa Juan XXIII. Pero he de reconocer que no tengo ningún recuerdo de su pontificado. En todo caso, creo recordar el impacto que produjo su muerte. Me acerqué espiritualmente a su persona cuando me nombraron obispo auxiliar de Valencia, en el año 2004. En los Ejercicios Espirituales que precedieron a la ordenación episcopal leí su Diario del alma. En este escrito encontramos anotaciones espirituales con ocasión de retiros, ejercicios espirituales o con motivo de distintos acontecimientos de su vida. La primera anotación es del año 1895. Tenía 14 años y era alumno del seminario de Bérgamo, diócesis a la que pertenecía su localidad natal. La última anotación es del 20 de mayo de 1963 (falleció el 3 de junio del mismo año).
¿Qué es lo que descubrí al leer ese diario espiritual?: La figura de un seminarista, de un sacerdote, de un obispo y de un papa a quien lo único que le importaba era avanzar por el camino de la santidad. Todo lo demás era secundario para él. No aparece el más mínimo gesto de vanidad, de orgullo o de autocomplacencia en sí mismo a medida que va recibiendo honores, nombramientos o cargos al servicio de la Iglesia. Nada le lleva a apartarse del camino de la santidad.
Las primeras notas son un plan de vida espiritual: ritmo de oración, lectura, participación en la Eucaristía, examen de conciencia, visita al Santísimo, etc… Lo único que le preocupaba a este seminarista de 14 años era vivir santamente su camino de preparación al sacerdocio.
En los ejercicios de preparación para la ordenación sacerdotal escribió: «¿Qué será de mí en el futuro? ¿Seré un buen teólogo, un jurista insigne, un cura de pueblo o un simple sacerdote? ¿Qué más me da todo eso? Seré lo que sea según las disposiciones divinas. Mi Dios es todo».
Cuando fue nombrado obispo escribió: «Mi ministerio será de reconciliación en palabras y obras… La potestad que me confiere la Iglesia no la emplearé para gloria mía, ni para destrucción, sino para edificación».
Cuando ya había sido elegido Papa afirmó: «Ahora más que nunca me reconozco humilde Siervo de Dios y siervo de los siervos de Dios. Todo el mundo es mi familia».
Juan XXIII pasará a la historia como el Papa que quiso abrir las ventanas de la Iglesia para que entrara en ella un aire fresco, como el Papa que convocó el Concilio Vaticano II. Pero su santidad es la de alguien para quien lo más importante en su vida fue no perder nunca la amistad con el Señor.
Que el Señor nos colme a todos con su gracia.
+ Enrique Benavent Vidal
Obispo de Tortosa