JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 04-01-2015
El día 1 de enero en la Iglesia Católica celebramos la Jornada Mundial de la Paz. Se trata de una conmemoración que fue instituida por el Beato Pablo VI y que para muchos puede pasar desapercibida porque la celebración del año nuevo se ha convertido simplemente en una ocasión para la diversión.
Sin embargo, el comienzo de un año nuevo es una buena ocasión para recordar que la aspiración más noble que hay en el corazón de los hombres y de los pueblos es precisamente el deseo de la paz. El Señor ha llamado bienaventurados a aquellos que trabajan por la paz y les ha prometido que serán llamados hijos de Dios, es decir, que serán amados por el Padre con un amor semejante al que Dios siente por su Hijo.
Esta aspiración a la paz que hay en todo hombre de buena voluntad, no es únicamente el deseo de que no haya guerras, sino algo más profundo. El Concilio Vaticano II nos ha recordado que «la paz no es la mera ausencia de la guerra, ni se reduce sólo al establecimiento de un equilibrio de las fuerzas adversarias, ni surge de una dominación despótica, sino que se llama con exactitud y propiedad la «obra de la justicia»» (GS, 78). Más adelante el concilio añade: «la paz es también fruto del amor, que va más allá de lo que la justicia puede aportar». Cualquier relación entre las personas y los pueblos que no respete el orden de la justicia o que no nazca del amor es un obstáculo para la paz.
El lema elegido por el Papa Francisco para la jornada de este año es: «Ya nunca más esclavos, sino hermanos». Con este tema, el Papa nos recuerda que la esclavitud es un obstáculo para la verdadera paz porque hiere la fraternidad entre las personas. A primera vista nos podría parecer una alusión a un problema que parece estar erradicado en nuestra cultura y en nuestra sociedad, pero si ahondamos en la realidad descubrimos que en nuestro mundo aparecen nuevas formas, y muchas veces muy sutiles, de esclavitud. El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia nos ayuda a ver que en este tema se da una distancia entre la «letra» y el «espíritu»: se proclaman de palabra los derechos del hombre, pero surgen nuevas formas en las que estos derechos son conculcados. Además de que en algunos lugares de nuestro mundo perduran relaciones laborales propias de un sistema esclavista y existe una mentalidad esclavista respecto a las mujeres y los niños, no debemos olvidar las nuevas formas de esclavitud que se mencionan en el Compendio: el tráfico de seres humanos, los niños soldados, la explotación de los trabajadores, el tráfico de drogas, la prostitución (nº 158).
Hay esclavitud cuando en base a intereses económicos o de otro tipo las personas dominadas son privadas de derechos fundamentales y su dignidad y su libertad no son respetadas, cuando las personas son valoradas y tratadas como objetos que se pueden eliminar y cambiar simplemente por otros, cuando se considera a otras personas como seres inferiores y se les desprecia como tales. En definitiva, cuando dejamos de considerar y de tratar al otro como hermano, despreciando, de este modo, su dignidad. No olvidemos que estas actitudes pueden aparecer en el corazón de todo ser humano, también en el nuestro.
Que el Señor nos bendiga con su paz.
+ Enrique Benavent Vidal
Obispo de Tortosa