JORNADA DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES 17-04-2016

Fue el Beato Pablo VI quien determinó, ya hace más de 50 años, que el cuarto domingo de Pascua se celebrara en la Iglesia la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, por ser el día en que se proclama en la celebración de la Eucaristía el texto evangélico en el que Jesús se presenta a sí mismo como el Buen Pastor.

Todos somos conscientes de lo necesarias que son y de la riqueza que suponen para la Iglesia las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada. Las diócesis y las parroquias viven como un empobrecimiento la desaparición de una comunidad de vida consagrada en un pueblo o el hecho de que una comunidad cristiana, que ha tenido siempre un sacerdote residiendo y acompañando su camino de fe, pase a ser atendida por un pastor que reside en un pueblo cercano. Tenemos que ser conscientes de que esto lo estamos viviendo en nuestra diócesis: dos comunidades religiosas (una de vida activa y otra de vida contemplativa) han dejado de estar entre nosotros. He celebrado las exequias de diez sacerdotes y únicamente se ha ordenado uno (que está también entre los fallecidos). A pesar de esto, hemos de dar gracias a Dios por el hecho de que durante este tiempo tres jóvenes han ingresado en el seminario mayor y porque en las casas de las congregaciones religiosas presentes en la diócesis, se han celebrado seis profesiones solemnes. Son las preocupaciones y las esperanzas que como comunidad cristiana hemos de conocer y compartir.

El Papa Francisco, en el mensaje que nos ha dirigido con motivo de esta jornada, titulado La Iglesia, madre de vocaciones, nos anima a ver las vocaciones particulares como «dones de la divina misericordia» y, al mismo tiempo, nos recuerda que la Iglesia y, por tanto, las familias cristianas y las comunidades parroquiales, está llamada a ser  «la tierra donde la vocación germina, crece y da fruto». La primera llamada que el Señor nos ha hecho a todos el día de nuestro bautismo fue a pertenecer a la Iglesia. Viviendo en ella, cada uno de los cristianos ha de descubrir su vocación particular, la misión que el Señor ha pensado para él. Este descubrimiento se hace escuchando y meditando la Palabra de Dios, orando y viviendo en la Iglesia con el deseo de participar en su misión. Por ello, el Papa nos recuerda que toda vocación nace en la Iglesia, crece y está sostenida por ella, por lo que ha de vivirse en comunión con ella y con el deseo de ponerse a su servicio.

Todos los cristianos y agentes de pastoral tenemos una responsabilidad en el fomento y el cuidado de las vocaciones sacerdotales y consagradas: los padres cristianos, si quieren vivir cristianamente su misión, no pueden dificultar la vocación de alguno de sus hijos o hijas impidiendo su seguimiento del Señor; los sacerdotes tienen una responsabilidad especial en el cuidado pastoral de las vocaciones; es importante que en las comunidades e instituciones educativas cristianas se cree un clima de valoración positiva de las vocaciones que contrarreste el ambiente de nuestro mundo, y que en todas las parroquias se llegue a vivir la «maternidad de la Iglesia» en cada llamada «a través de la oración perseverante por las vocaciones».

Que nuestra oración sea escuchada por el Señor.

+ Enrique Benavent Vidal
Obispo de Tortosa