DOS MENSAJES DEL PAPA ARA EL COMIENZO DEL AÑO 29-01-2017

En la vida de cada día nos llegan muchos mensajes. Este hecho nos puede llevar a considerarlos irrelevantes y a no escuchar ninguno. También a lo largo del año celebramos muchas jornadas o días dedicados a sensibilizar sobre alguna causa. Actualmente son tantas que en muchas ocasiones no nos paramos a pensar en ellas. Para los católicos, la palabra del Papa es un criterio que nos ayuda a discernir cuáles son los problemas a los que debemos prestar atención, reflexionando y orando por las personas que los sufren.

El mes de enero comienza siempre con la jornada mundial de la paz. Fue instituida por el Beato Pablo VI en un momento de tensión entre bloques antagónicos. Este año hemos celebrado la jornada número 50. Después de medio siglo constatamos que, aunque las circunstancias históricas no son las mismas, la paz es un ideal que nunca se alcanza, porque constantemente aparecen nuevas guerras y nuevas formas de violencia. El deseo de la paz constituye la aspiración más noble del ser humano y es un criterio para discernir las formas perversas que puede asumir la vivencia de la religión. La violencia nunca puede justificarse con motivos religiosos. El Papa, en su mensaje de este año, titulado La no violencia: un estilo de política para la paz, nos ha recordado que únicamente la paz es santa y que nunca puede considerarse santa ninguna guerra.

También nos ha recordado el Papa que un camino necesario para construir la paz es vivir una actitud de no violencia en la vida política. Una política que provoque actitudes agresivas, bien por el uso de la fuerza o por el estilo del lenguaje que se emplea, no construye la paz. Este criterio debería hacernos pensar a todos si en los ámbitos en los que nos movemos estamos realmente sembrando la paz.

El pasado 15 de enero celebramos la jornada mundial del migrante y del refugiado. Es una cuestión que constantemente tenemos ante nosotros por las noticias que nos llegan a través de los medios de comunicación social. El Papa en su mensaje de este año, titulado migrantes menores de edad, vulnerables y sin voz, nos invita a que no olvidemos a tantos niños y adolescentes que se ven obligados a vivir lejos de su patria y separados de los afectos familiares. Detrás de cada uno de estos niños y jóvenes hay una historia dramática. Además, ellos son quienes más experimentan las consecuencias deshumanizadoras de los fenómenos migratorios: muchos son víctimas de mafias que trafican con las personas, de abusos de todo tipo y de la violación de los derechos humanos más elementales.

Ante estos hechos que suponen una falta de respeto a la dignidad humana, el Papa nos recuerda que cuando más indefenso es un ser humano, la sociedad tiene un deber mayor de protegerlo.

No nos quedemos indiferentes ante las situaciones dramáticas que viven tantas personas, víctimas de la violencia o de la explotación por parte de aquellos que deberían ser sus hermanos.

+ Enrique Benavent Vidal
Obispo de Tortosa