CUIDAR LA VIDA, SEMBRAR ESPERANZA 03-04-2016
El día 4 de abril, solemnidad de la Anunciación del Señor, celebramos en nuestras diócesis la Jornada por la Vida. El comienzo de la vida humana del Hijo de Dios en las entrañas virginales de María nos descubre el valor que toda vida humana tiene a los ojos de Dios, pues «el Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido en cierto modo con todo hombre» (GS 22). Cuando lo contemplamos en el momento de su concepción, lo vemos unido a todos los seres humanos que han sido concebidos y todavía no han nacido, y esto nos ayuda a ver en ellos hijos de Dios llamados a la vida por amor.
La jornada de este año es la primera que se celebra después de la publicación, por parte del Papa Francisco, de la encíclica Laudato si’. Como ya he resaltado en los escritos que dediqué a comentar este texto magisterial, el Papa insiste en repetidas ocasiones en la contradicción cultural que estamos viviendo en nuestra sociedad: no tiene sentido vivir con una preocupación, que muchas veces raya lo obsesivo, por la ecología y el medio ambiente y, al mismo tiempo, desatender el cuidado de la única criatura que es llamada personalmente a la existencia por Dios, el ser humano. Una auténtica ecología no sólo no excluye al ser humano, sino que debe comenzar por el cuidado del concebido y no nacido. Si la tierra es la casa común que hemos de cuidar, no podemos olvidar que la primera «casa» que el ser humano habita es el seno de la madre y que éste debe ser un lugar de acogida y de protección, donde se establece el primer diálogo que es el del nuevo ser con su madre.
Celebramos también la jornada de la vida del año jubilar de la Misericordia. Cuando nos acercamos a los medios de comunicación, tenemos la sensación de que en nuestra cultura se están buscando constantemente motivos para justificar la licitud del aborto y de la eliminación directamente provocada de la vida de las personas en estado terminal. Cuando se sospecha (muchas veces sin base científica) que un virus o una enfermedad puede tener consecuencias sobre el ser humano no nacido, lo primero que se hace es justificar el aborto. Estamos ante una cultura que ha perdido el sentido de la misericordia, la cual consiste precisamente en la actitud contraria: cuando una vida humana más débil e indefensa es, más debe ser cuidada, porque esa persona está más necesitada del amor de sus hermanos.
El lema de este año nos recuerda que cuando cuidamos la vida estamos sembrando esperanza. Un mundo que no considera la vida humana como un valor absoluto se vuelve inseguro para el ser humano. Podemos pensar, por ejemplo, que si hubiéramos nacido en un momento en el que la aceptación social del aborto hubiese sido como lo es ahora, es posible que alguno de nosotros no estuviera hoy aquí. Una sociedad en la que se produzca una aceptación social de la eutanasia se vuelve insegura para todos, porque nadie puede sentirse seguro de que será amado y acompañado en el momento de la enfermedad. Y cuando el ser humano se siente inseguro en el mundo, pierde la esperanza. Una cultura que protege la vida siembra esperanza en el corazón de los hombres.
Con mi bendición y afecto.
+ Enrique Benavent Vidal
Obispo de Tortosa