Benicarló sigue siendo fiel a la Mare de Déu de la Salut

2023, primer domingo de octubre, se sube al santuario de la Font de la Salut en romería según el compromiso de nuestros antecesores. Y como era en aquellos tiempos en que la palabra dada era una escritura ¡henos ahora aquí al paso de la fidelidad!. Durante muchos años se ha subido a pie, en bici, en coche, en autobús, en carros. Se ha rezado el rosario o no, se ha celebrado la misa o no, ha sido multitudinaria o no, ha habido “olleta” o no, ha habido -eso siempre- “camaraes” que departen sus ilusiones, sus peticiones a la Mare de Déu de la Font de la Salut.      Y este año ha habido rosario con los músicos, misa, olleta, rifa del pernil, coquetes rosarieres y ¡cómo no!  “camaraes” esparcidas en el hermoso paraje del santuario, donde hemos departido alegrías, “olleta serrillera”, preocupaciones,  con la Mare de Déu. Ella, con oír solamente el nombre de Madre, se vuelca. Ella también habla y deja siempre su semilla en el corazón, que es donde se operan las transformaciones y cobra sentido todo este mundo ambiental tan singular de la romería. Ella, la pequeña, se hace así, como si fuera una niña, porque invita siempre a que su Hijo, Jesús, crezca y crezca en nuestras vidas.  Ella siempre nos conduce a Jesús como nos dijo Mosén Carlos.

Somos romeros que a veces subimos alejados de la humildad, llenos de soberbia, pletóricos de salud y suficiencia. Y en esos momentos romeros dejamos que la soberbia se revista de humildad, de pequeñez, de ganas de conversar para facilitar la convivencia de todos los benicarlandos, para que se nos regale la paz y la salud -Ella es la Salus infirmorum y Porta coeli- y que regresemos al llano, al pueblo con buenos deseos. Y esto, año tras año, los romeros nos vamos purificando y aumentamos nuestra confianza en que Ella es la Omnipotencia suplicante.

Y este año hemos escuchado la importancia de la virtud de la cortesía, de la elegancia en el trato entre las familias, entre los políticos, entre los jóvenes, los niños… La romería ayuda a unir, ensamblar con humildad y amistad las ideas con esta meta: que sirvamos al pueblo y lo llenemos de buenos deseos actuados. Que dejemos a un lado nuestras conveniencias y busquemos el bien común.  En la romería fijamos los ojos en la intimidad valiosa de las personas para que, como la Mare de Deu de la Font de la Salut, se empequeñezca para que los demás acrecienten sus deseos de servir y regalar el bien a los ciudadanos. Y seguro que la “olleta”, que la subida al santuario, que “les camaraes”, que el rosario, que la música, que el restaurante, que la caballería, que la rifa, que el ver de nuevo rostros que hacía tiempo que no veíamos, que los enfermos que hemos dejado en casa, que el tiempo esta vez magnífico, que el pensar en los demás antes que en mí, que…  son siempre revulsivos y alicientes a dar un paso generoso. Y como eso es difícil, cada año, a los pies de la Señora, princesa de este bellísimo santuario, colocamos estos deseos que poco a poco van aflorando en nuestra vida ciudadana.

Felicidades, una vez más, a la Cofradía, a la incombustible peña del  Setril, a los habitantes benicarlandos que con fidelidad asombrosa y natural, una vez al año, colocan estos buenos deseos, confiadamente, a su pies, para que los bendiga y nos anime a seguir fieles a esta bellísima tradición que, sin duda  alguna, tiene un carácter noble y ennoblecedor.

Manuel Ferrer