ADVIENTO: VIENE EL SEÑOR 29-11-2015
El comienzo del tiempo de Adviento, que nos anuncia la próxima celebración de la fiesta de Navidad, hace resonar de nuevo en nuestros oídos y en nuestros corazones un mensaje de esperanza: Dios, al enviar a su Hijo único al mundo, cumplió la promesa de salvación que había hecho a su pueblo. Además, ha cumplido esa promesa de una forma mucho más generosa de lo que se esperaba: el amor y la gracia de Dios no son únicamente para el Pueblo de las promesas, sino para toda la humanidad.
Tal vez muchas personas, cuando se aproximan estos días, se sienten un poco incómodas. Oyen una palabra de esperanza mientras viven situaciones personales, familiares, humanas, laborales, etc., que no les ofrecen motivos para esa esperanza, ya que no acaban de encontrar una salida a su situación, ni ven una luz que les ayude a orientar su vida. Por otro lado, parece que estas celebraciones nos llevan a un mundo ficticio, que nos trasladan a una realidad que responde más a nuestros deseos que a la verdad de la vida de cada día. Parece que cuando acaban las fiestas de Navidad se vuelve a la verdadera realidad.
Si esto es así, ¿qué valor tiene ese mensaje de esperanza que resuena en el tiempo de Adviento? ¿qué verdad tienen esas palabras? ¿no se querrá mantener viva una ilusión que en el fondo no responde a la verdad de las cosas? Una mirada superficial de la vida nos podría llevar a pensar así. Ahora bien, el tiempo de Adviento nos anuncia que Dios ha enviado a su Hijo al mundo, que lo ha hecho porque nos ama, y es en Él en quien encontramos la razón para esperar y para seguir la lucha en nuestra vida.
Cuando hablamos con personas que pasan por momentos de sufrimiento y entramos en el fondo de su corazón, descubrimos que aquellas que piensan que no son amadas por nadie son las que menos motivos tienen para la alegría. La falta de amor es la razón fundamental por la que tantos hombres y mujeres han perdido la esperanza. Al enviar a su Hijo, Dios quiere que Él se haga nuestro hermano. El Hijo de Dios se hace uno de nosotros, se une a toda la humanidad y, de esta manera, nos muestra humanamente el amor de Dios a todos.
El Adviento quiere ayudarnos a reavivar la esperanza en el corazón de la humanidad: si Dios nos ha dado al su Hijo, ninguna persona puede llegar a pensar que nadie la quiere, porque aunque se pueda dar el caso de que alguien no se sienta amado por nadie en este mundo, puede tener la seguridad de que Dios no ha dejado de amarlo. Y es ese amor de Dios lo que hace brotar la esperanza que de nuevo se anuncia con la llegada del Adviento.
Que acojamos con gozo esta Buena Noticia.
+ Enrique Benavent Vidal
Obispo de Tortosa.